CONCLUSIONES

El segundo Camino de Santiago ya es historia. Tanto el Camino Francés como el Camino de Madrid me han aportado una importante cantidad de experiencias que me permiten compararlos y valorar sus aspectos positivos y negativos.

Los casi 340 kilómetros del Camino de Madrid que separan mi domicilio de la localidad de Sahagún (León) nos han enseñado otra forma de vivir el camino. Si en el Camino Francés pudimos comprobar la gran infraestructura de alojamientos y establecimientos dedicados a los peregrinos, además de la convivencia diaria con peregrinos de todas las nacionalidades, el Camino de Madrid nos ha mostrado la precariedad.

El Camino de Madrid es un recorrido establecido y obligatorio dentro de la red de Caminos porque une Santiago de Compostela con la Capital de España. El itinerario existe aunque la señalización sea a veces muy escasa. Muy recomendable al hacerlo es llevar gps con los track del recorrido. De hecho, en bastantes momentos hemos tenido que recurrir a nuestros gps para determinar el camino a seguir.

Pero cuando has recorrido el Camino hasta Sahagún, después de tener la experiencia del Camino Francés, te das cuenta de que no existe una filosofía peregrina, ni una amplia infraestructuras de alojamientos. Los servicios y establecimientos, por más que los pongan muy bonitos las guías de viajes, no están enfocados para el peregrino. Es incomprensible que hayamos tenido que recorrer 15 o 25 kilómetros algunos días, pasando por varios pueblos, para encontrar un bar abierto donde tomar café. En el Francés no tienes ese problema, los establecimientos hosteleros están abiertos desde primeras horas del día.

Es inadmisible comprobar como localidades como Cercedilla (Madrid) con dos albergues juveniles, o Santa María la Real de Nieva (Segovia), con un albergue municipal, los tengan cerrados cuando están de fiestas. En el Camino Francés esto no sucede, el Camino Francés es un negocio. A lo largo de todo el Camino de Madrid tan solo hemos coincidido con una peregrina en bicicleta y con tres mochileros. Muy triste.

En cuanto a las características del propio recorrido diré que bastantes zonas de la primera etapa hasta llegar a Cercedilla no son ciclables, y en algunas zonas no existe alternativa viaria para pedalear por asfalto. 

Al contrario que el año pasado cuando hice el Francés en solitario, el Camino de Madrid lo he realizado acompañado por mi compañero Óscar. Después de haberlo finalizado, creo que fue un gran acierto habernos coordinado para emprender esta aventura juntos. El Camino hasta Sahagún puede resultar muy duro para quienes no estén acostumbrados a rodar en solitario durante muchas horas. Las dos últimas etapas ponen a prueba la resistencia mental del peregrino.

El Camino de Madrid se inicia con dos etapas duras por su orografía, pero continúa por la estepa castellana con soporíferos kilómetros intrascendentes. El problema que hemos tenido este año ha sido las pésimas condiciones climatológicas que hemos sufrido en la parte del Camino Francés que nos han impedido disfrutar del interior de los valles y nos ha obligado a rodar por carretera para evitar grandes esfuerzos físicos y mecánicos. Menos mal que el año pasado si pudimos disfrutar de esos bellos parajes. Pero el Camino es así, es un viaje a lo desconocido en el que cada día es una aventura y en el que tienes que superar los obstáculos que vas encontrándote.

La introducción, los preparativos previos y las conclusiones finales expuestas en el blog del Camino Francés que realicé el año pasado aportan bastantes datos de interés para este Camino; además de un gran número de fotografías que no hemos podido realizar este año. 

Adjunto un cuadro resumen con todos los datos extraídos del gps y donde podemos comprobar que en los nueve días utilizados para cubrirlo hemos recorrido casi 726 kilómetros con un desnivel positivo de 8722 metros.




No quiero dejar pasar esta ocasión para agradecer la inestimable compañía y el apoyo que he recibido de Óscar. Rodar junto a él ha hecho que el camino no haya sido tan pesado y aburrido. El Camino de Madrid nos ha obligado a rodar bajo un sol abrasador; a probar la inestabilidad de las ruedas en los bancos de arena; nos ha obligado a circular por asfalto, caminos, senderos, trialeras y calzadas romanas, nos ha hecho pedalear bajo fuertes tempestades que saturaban rápidamente nuestra capacidad de absorción de agua; hemos pedaleado entre nubes, bajo fortísimas rachas de viento y por densos bancos de niebla., hemos subido con enorme sufrimiento y bajado con mucho riesgo; y todo ello, arrastrando un bloque que en mi caso llegaba a los 125 kilos.

Este es el recuerdo que nos ha quedado de nuestro viaje, junto con los lugares y gente que hemos conocido. El no haber podido llegar a Finisterre no tiene importancia, simplemente es una anécdota. El valor lo tiene haber conseguido llegar a Santiago de Compostela, desde la puerta de nuestras casas, con unas condiciones meteorológicas muy adversas debiendo de hacer uso de pomadas antinflamatorias e ibuprofeno para soportar los dolores que íbamos sufriendo y que motivaron que finalizáramos en Santiago.

Para finalizar, sería ingrato por mi parte no agradecer el trabajo realizado por Óscar y Elena en la corrección de los textos de este blog.

Esta es la historia de nuestro viaje; así lo vivimos y así lo he contado.

BUEN CAMINO







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